Sagrado Corazón de Jesús en vos confío
Hay veces en que no sabemos cuál es la voluntad de Dios, que no comprendemos cómo es posible que nos pase esa desgracia o nos alcance esa enfermedad. En esos momentos es difícil seguir confiando en Dios. El propio hijo de Dios también se vio en momentos semejantes a lo largo de su vida en la tierra. Estando en el huerto de los olivos pidió a su padre que apartara el cáliz que había de beberla, y en la cruz gritó: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?».
Pero Dios no nos abandona nunca, sólo calla para probar nuestra confianza; nuestra fé y hacernos merecedores de su gloria. Nos pide que no desfallezcamos en la oración, más precisamente en esos momentos en que nos sentimos abandonados y solos.
Jesús nos dejó múltiples enseñanzas sobre la oración: «pedid y se os dará».
Cuando necesitemos su ayuda, dirijámosnos a su Sagrado Corazón y pidamos. ¡Pedid sin descanso a su humano corazón! Tengamos la seguridad de que nos oirá.
Y al final digamos siempre: «Hágase, cúmplase, sea alabada y eternamente ensalzada la justísima y amabilísima Voluntad de Dios, sobre todas las cosas».